Al hablar de lince ibérico (Lynx pardinus) es imprescindible hablar de conejo de monte (Oryctolagus cuniculus), su presa principal. Su relación de dependencia es tal que no solo ha influido en el proceso de especiación del lince ibérico, dando como resultado las características ecológicas y morfológicas de este felino sino que, además, ha influido en la evolución de las poblaciones en la Península. Cualquier descenso en las poblaciones de conejo de monte ha tenido una repercusión directa sobre las poblaciones de esta especie, llegando incluso a condicionar el éxito reproductor de las hembras de lince ibérico.
Dos enfermedades víricas han tenido gran incidencia sobre el conejo durante la segunda mitad del siglo XX y la primera del XXI. La mixomatosis, cuyos primeros casos se detectaron en los años 50, ha supuesto una reducción del 90 por ciento del número de conejos de monte; y la enfermedad hemorrágico-vírica (EHVc), que apareció a finales de los años 80 causando una reducción del 60 por ciento de las ya diezmadas poblaciones. Ambas han reducido de forma drástica en la Península –conocida como –”tierra de conejos” – las poblaciones del conejo de monte. Estas enfermedades, junto a las alteraciones del hábitat, son las responsables de una reducción de alrededor del 80 por ciento de las poblaciones de conejos.
Y a menos conejos de monte, menos linces ibéricos. El impacto de estas enfermedades en la población del conejo de monte supuso en la segunda mitad del siglo XX una reducción considerable de las poblaciones de lince ibérico. No hay que olvidar que de la densidad de conejos de monte depende la productividad de los cachorros y que, con densidades inferiores a un conejo por hectárea, las posibilidades de éxito reproductor del felino son prácticamente nulas.
Por este motivo, en los programas y proyectos iniciales de conservación del lince ibérico se ha prestado una especial atención al conejo de monte, llevándose a cabo, por parte de la Junta de Andalucía y sus socios, planes de recuperación de territorios linceros mediante el incremento de la densidad de las poblaciones del lagomorfo, en especial, en las zonas periféricas donde se podía recuperar un territorio del felino.
La finalidad de estas actuaciones, que se han concentrado en unidades de entre 500 y 700 hectáreas –tamaño medio de los territorios de lince ibérico– ha sido alcanzar una poblacion mínima de conejos que permita la creación de un nuevo territorio mediante el asentamiento de una nueva hembra reproductora. Esta estrategia fue aplicada en las poblaciones linceras de Doñana y Andújar, y tras los buenos resultados cosechados durante los proyectos Life anteriores, se ha replicado el modelo en las zonas periféricas de Doñana y Sierra Morena. Durante el proyecto Iberlince también se ha pretendido trabajar en nuevas zonas cercanas a los núcleos linceros existentes con idea de posibilitar su colonización por parte de individuos dispersantes, incrementando así la posiblidad de conexión entre las poblaciones.
A finales de 2012 una nueva cepa de la EHVc afectó de manera generalizada a todas las poblaciones de conejo de la Península, difuminando las mejoras conseguidas en diez años de trabajo. El resultado fue una caída de entre el 25 y el 60 por ciento, dependiendo de las zonas, de las poblaciones de conejo de monte, bajando en Doñana y Andújar a valores similares a los años 2002 y 2003, pero con una población de linces de más del doble con respecto a esas fechas.
De forma inmediata se puso en marcha un plan de choque para incrementar la densidad mediante la suelta de 32.122 conejos en los cercados y vivares construidos en los proyectos anteriores. Esta medida ha hecho posible que desde 2015 la productividad de cachorros de lince ibérico haya sido prácticamente la misma que antes del brote de EHVc, pese a que las densidades de conejo a escala de paisaje hayan continuado en valores similares a los de 2015.
El seguimiento de las poblaciones de conejo ha sido una constante desde el primer proyecto Life “Recuperación de las poblaciones de lince ibérico en Andalucía”, debido a esa relación de dependencia con su presa. Para dicho seguimiento, y con el objetivo de evaluar las variaciones espacio-temporales en la distribución y abundancia de conejo, los equipos del proyecto Life Iberlince han empleado varias técnicas y realizado recorridos a pie específicos en zonas de alta densidad de conejos con el fin de localizar a ejemplares muertos a causa de la EHVc.
No obstante, la técnica más relevante, por la que disponemos de un histórico de evolución de poblaciones de conejo en más de 500.000 has durante 15 años, y que ha aportado información con más grado de detalle y con la mejor relación coste/beneficio, ha sido la de los índices kilométricos de abundancia de letrinas. Este tipo de muestreo anual, que ha sido realizado de forma consensuada por todos los socios del proyecto Iberlince, permite obtener una serie larga de datos con los que analizar tendencias poblacionales.
Tras la incidencia de la enfermedad la evolución de las poblaciones de conejo ha sido muy diversa. Mientras que en Doñana y Andújar las densidades se han mantenido en unos valores mínimos pero estables, en zonas como Guarrizas se ha apreciado un cierto repunte de las poblaciones. Por el contrario, en la zona de Sierra Norte de Sevilla o en Guadalmellato las poblaciones de conejo han continuado en regresión.
En el resto de zonas evaluadas como áreas de reintroducción, solo en Sierra Harana y el Río Ortiga se ha registrado una tendencia positiva. En Vale do Guadiana, Moura-Barrancos, Valle de Matachel, Montes de Toledo y Sierra Morena oriental, sin embargo, la dinámica poblacional del conejo durante el proyecto ha sido regresiva.
De cara al futuro, donde se trabajará en la conectividad natural de las poblaciones de lince ibérico de la Península, será necesario identificar un rosario de pequeñas islas o unidades de conexión con hábitat y densidad de conejos adecuadas como para albergar un par de territorios del felino, facilitando así el flujo de individuos entre las distintas poblaciones.