La recuperación del lince ibérico: presente, pasado y futuro

Los resultados del proyecto Life Iberlince, y de todas las iniciativas que lo han precedido en los últimos 20 años, son un indudable éxito que hace dos décadas hubiese sido prácticamente inconcebible. El dato del último censo del lince ibérico, alrededor de 600 ejemplares en toda la Península Ibérica, no hubiese tenido cabida ni en las previsiones más optimistas.

“Mil no quedan, pero si unos quinientos”. Esta era una de las estimaciones sobre la población que se efectuaron en Jaén durante la celebración de unas jornadas convocadas por Ecologistas en Acción para debatir sobre la situación del lince ibérico. No existía información exacta sobre la población y, en todo caso, la situación no pintaba bien para la especie.

 Antes de iniciar cualquier estrategia de conservación, era necesario conocer la población real de lince ibérico y, para ello, en 2002 se lleva a cabo, mediante foto-trampeo y recogida y análisis genético de excrementos, el primer censo de población, que constata que solo quedan linces en Andalucía, en dos poblaciones aisladas entre sí: 53 en Andújar (Jaén) y 41 en Doñana (Huelva).

Con estos datos, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) coloca al lince ibérico en la categoría de “en peligro crítico de extinción”, convirtiéndose en ese momento en la especie de felino más amenazada del planeta. A su vez, la Junta de Andalucía, responsable de los últimos ejemplares de lince ibérico en la Península, pone en marcha un ambicioso plan de conservación que culmina con el primer proyecto Life Naturaleza “Recuperación de las poblaciones de lince ibérico en Andalucía” (2002-2006), el cual incluía medidas de conservación y estrategias de lucha contra las amenazas de la especie y una evaluación científica de los resultados.

El primer proyecto Life, que sentó las bases de lo que hasta hoy ha sido la estrategia de conservación de la especie, contemplaba, entre sus principales líneas de actuación, conseguir el apoyo de propietarios privados y gestores de terrenos mediante la firma de acuerdos de colaboración (custodia del territorio), recabar la complicidad ciudadana –sobre todo, la de los habitantes de las zonas linceras–, y buscar la participación en el Proyecto de todos los agentes implicados públicos y privados.

Los resultados de este primer proyecto no se hacen esperar, y no solo se consiguen los acuerdos de colaboración, que posibilitan la actuación sobre el terreno de las Unidades de Recuperación del Territorio (URT), sino que se da un gran paso en la recuperación de la población, pasando de los 92 ejemplares en 2002 a los 177 en 2006. En este período, además, se inicia la captura de ejemplares silvestres con el objetivo de contar con una reserva genética por si el resto de medidas de conservación fallaban.

El objetivo prioritario hasta entonces había sido evitar la extinción del felino mediante la recuperación de las poblaciones de Doñana y Andújar, pero había que ser más ambicioso y dar un nuevo paso. Esta apuesta se confirmó con un nuevo Life: “Conservación y reintroducción del lince ibérico en Andalucía” (2006-2011) cuyos objetivos eran iniciar la recuperación de las poblaciones perdidas mediante la reintroducción, incrementar la variabilidad genética de la población de Doñana y disminuir las amenazas (atropellos, enfermedades y furtivismo).

El ritmo de este segundo proyecto se vio alterado por un brote de leucemia felina (FeLV) que sufrió en 2007 la población de Doñana y que ocasionó la pérdida de 14 ejemplares (el 29 % de la población en ese momento). La respuesta a esta delicada situación fue acelerar el inicio del refuerzo genético mediante la traslocación de ejemplares de mayor variabilidad genética procedentes de Sierra Morena. Con esta intervención la población de Doñana empezó a crecer hasta llegar a duplicarse, estabilizándose a día de hoy en torno a los 80 ejemplares.

El ritmo de este segundo proyecto se vio alterado por un brote de leucemia felina (FeLV) que sufrió en 2007 la población de Doñana y que ocasionó la pérdida de 14 ejemplares (el 29 % de la población en ese momento). La respuesta a esta delicada situación fue acelerar el inicio del refuerzo genético mediante la traslocación de ejemplares de mayor variabilidad genética procedentes de Sierra Morena. Con esta intervención la población de Doñana empezó a crecer hasta llegar a duplicarse, estabilizándose a día de hoy en torno a los 80 ejemplares.

En 2010, y tras un minucioso trabajo de selección de áreas de reintroducción basados en la Guía de Reintroducciones de la UICN y en las conclusiones del III Seminario para la Conservación del Lince Ibérico (Huelva, noviembre de 2008), se inician las reintroducciones en Andalucía, concretamente, en el valle de Guadalmellato (Córdoba), y un año más tarde, en el valle del Guarrizas (Jaén).

En las primeras reintroducciones se liberan ejemplares silvestres pero, en 2011, se sueltan por primera vez dos ejemplares juveniles nacidos en cautividad. Estos ejemplares fueron sometidos a un novedoso programa de preparación a la libertad diseñado por el centro de cría en cautividad de La Olivilla (Santa Elena, Jaén). Dicho programa se aplica a día de hoy en todos los centros de cría a los ejemplares que se liberan al medio natural en las distintas áreas de reintroducción de la Península.

De “en peligro crítico” a “en peligro”

Dos años después de la primera suelta en la región andaluza, la UICN revisa los datos de las poblaciones de lince ibérico hasta 2012 y baja la categoría de amenaza de “en peligro crítico” a “en peligro”, lo que supuso no solo un reconocimiento al trabajo realizado sino, un aliciente más para seguir trabajando con la estrategia iniciada por la Junta de Andalucía en el año 2002.

Con la experiencia acumulada en la región andaluza, se redacta un nuevo Life Naturaleza, el Life+ “Recuperación de la distribución histórica del lince ibérico en España y Portugal” (2011-2018), Iberlince, que engloba a 22 socios, incluidos los gobiernos de Portugal y España (Extremadura, Castilla-La Mancha, Murcia y Andalucía). El objetivo en esta ocasión es iniciar la recuperación de la distribución del lince ibérico existente a mediados de siglo XX.

Aplicando los protocolos de selección elaborados entre todos los socios del Life+ Iberlince, se eligen en la Península cuatro nuevas áreas de reintroducción de lince ibérico (Valle del Matachel, Sierra Morena oriental, Montes de Toledo y Vale do Guadiana). En estas áreas las primeras liberaciones de ejemplares nacidos en cautividad, entrenados y seleccionados genéticamente para garantizar la variabilidad genética de población, tienen lugar en 2014.

A día de hoy, y según indican los datos del último censo elaborado por el equipo del proyecto Iberlince, la población de lince ibérico en la Península, distribuida en las seis áreas de reintroducción, asciende a 589 ejemplares, una cifra que indica que la población se ha quintuplicado respecto a 2002, cuando el número de individuos ascendía a 94 ejemplares, localizados únicamente en Andalucía.

Pese a esta espectacular evolución, la situación del lince ibérico sigue siendo delicada, y atropellos, furtivismo y enfermedades siguen condicionando el futuro de la especie. Un futuro que necesita de una firme apuesta para disminuir los atropellos hasta cifras asumibles, continuar con la labor de concienciación de sectores implicados en muertes por furtivismo y mantener el manejo genético de las poblaciones. También es crucial el intercambio natural y fluido entre las poblaciones de la Península para garantizar la variabilidad genética de la especie. 

Cada una de las acciones mencionadas anteriormente, realizadas bajo el liderazgo de la Junta de Andalucía desde el 2002, no habría sido posible sin el apoyo de la sociedad en general y de los habitantes de las zonas linceras en particular, de propietarios y gestores de fincas privadas, y de todos los socios que han participado en el proyecto, y cómo no, de unos equipos de profesionales totalmente implicados y con una dedicación extraordinaria. Gracias a todos ellos el futuro de este patrimonio natural único de la Península ibérica parece algo más alentador.