La cooperación entre españoles y portugueses, una clave a tener en cuenta
Los resultados del proyecto Life Iberlince, y de todas las iniciativas que lo han precedido en los últimos 20 años, son un indudable éxito que hace dos décadas hubiese sido prácticamente inconcebible. El dato del último censo del lince ibérico, alrededor de 600 ejemplares en toda la Península Ibérica, no hubiese tenido cabida ni en las previsiones más optimistas.
Los resultados se pueden calificar, sin temor a equivocarse, como un éxito, pero ello no puede traducirse en autocomplacencia, sino todo lo contrario. De hecho, hay que resolver graves y complejos problemas para asegurar la viabilidad futura del lince ibérico y para ello es fundamental la colaboración, la participación activa, de todos los agentes implicados: administraciones, cazadores, grupos conservacionistas, empresas privadas y sociedad en general. Tal y como ha venido sucediendo hasta ahora.
El trabajo de estos últimos años debe tomarse como modelo e inspiración para el diseño de los futuros programa de conservación. Y una de las cuestiones clave del proyecto Life Iberlince ha sido considerar la Península Ibérica como un todo, una unidad de trabajo en la que la colaboración entre portugueses y españoles de cuatro comunidades autónomas ha sido una realidad que ha resultado determinante.
Los esfuerzos realizados hasta ahora se han saldado con un balance satisfactorio, pero no hay que perder de vista los retos que quedan por delante. En la actualidad, las poblaciones de lince ibérico y las nuevas áreas de reintroducción están condicionadas por las densidades de conejo de monte, que se encuentran a su vez reguladas por la enfermedad hemorrágico-vírica. Estas, por ahora, no tienen solución, y será necesario trabajar en el futuro para conseguir controlarlas y obtener poblaciones del lagomorfo suficientes para la conservación de especies amenazadas y para un correcto aprovechamiento cinético y compatible con la agricultura.
La incidencia sobre el lince ibérico de las enfermedades como causa de mortalidad en Doñana, está remitiendo desde que se inició el refuerzo genético, pero hay más desafíos, como los atropellos, que siguen siendo una amenaza inadmisible, ante la que se puede y se debe luchar con la aplicación de medidas de desfragmentación, pero ¿dónde están los presupuestos necesarios?
Hay que tener en cuenta que la superficie donde está presente el lince ibérico ha pasado de 125 kilómetros cuadrados en 2002 a 2.818 en 2017. La cuestión es si se puede asumir la construcción de pasos de fauna y otras medidas de desfragmentación en todas las carreteras que hay en esa superficie.
Peligros
La respuesta es, debe ser, que sí es posible. Con una adecuada estrategia se podrían hacer mucho más permeables las carreteras. Por una parte, con los proyectos de conservación de biodiversidad se podrían financiar acciones novedosas y ejemplares, por otra los organismos responsables de la obra pública: Ministerio, Consejerías, Diputaciones, etcétera, deben asumir en sus presupuestos las obras normales de mantenimiento, limpieza y construcción de pasos, así como aprovechar las infraestructuras existentes que, con pequeñas modificaciones, pueden incrementar la permeabilidad de las infraestructuras de comunicación (tubos de drenaje, canalizaciones, etc.).
Es imprescindible una estrategia ambiciosa para garantizar el futuro del lince ibérico, que pasa por conectar las poblaciones existentes y conseguir un flujo dinámico de ejemplares entre ellas. Esa estrategia pasa por incrementar la permeabilidad de las vías de comunicación para la fauna silvestre. A medida que las nuevas poblaciones de lince ibérico reintroducidas vayan creciendo, se incrementará el número de ejemplares que realicen dispersiones fuera de la población de origen, lo que hará cada vez más importante la permeabilidad de las vías de comunicación.
Con el incremento en el número de ejemplares de lince ibérico han aumentado de forma proporcional los intercambios entre las poblaciones. Solamente durante la ejecución del proyecto Iberlince se han detectado al menos cinco intercambios entre las poblaciones de Doñana-Aljarafe y Vale do Guadiana (Portugal), dos entre Valle de Matachel y Montes de Toledo, tres ejemplares procedentes del Valle de Matachel a Sierra Norte (Sevilla) y zona de Los Pedroches (Córdoba) y son frecuentes entre toda Sierra Morena desde Córdoba a Vilches (Jaén) y Almuradiel (Ciudad Real). Todo esto significa que las probabilidades de atropello se han incrementado exponencialmente y pueden hipotecar la conexión entre estos núcleos.
No son pocos los retos que para la conservación del lince ibérico se apuntan en el futuro más inmediato. Por más que en los últimos 20 años se haya registrado un avance más que notable y que los sucesivos proyectos impulsados por la Junta de Andalucía hayan cosechado éxitos incuestionables, el camino que queda por delante no está, ni mucho menos, exento de incertidumbres y de riesgos para la especie. Por ello, la cooperación entre españoles y portugueses y con los agentes sociales es la mejor garantía para garantizar la viabilidad futura de esta joya de la fauna silvestre ibérica.